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Ora por la política (en vez de jugar a ella)

«Estas son las elecciones más importantes de tu vida».

Al menos, eso es lo que nos siguen diciendo. Durante cada ciclo electoral, una miríada de artículos de opinión insisten en que el destino de la nación —incluso del mundo— depende del resultado. La política ha adquirido un papel preponderante en nuestra mentalidad colectiva.

A medida que la religión se desvanece en la conciencia pública, las personas recurren a otros medios para encontrar propósito, moralidad y esperanza. La política es un sustituto terrible, pero como muchos han eliminado a Dios de la ecuación, puede parecer la mejor opción disponible. Una vez que eliminamos al Dios soberano «que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad» (Ef 1:11), ¿cómo podemos estar seguros de que el arco de la historia se inclinará hacia la justicia? ¿Cómo podemos ayudar a los pobres, proteger nuestras libertades o defender los derechos de los oprimidos? Sin Dios, nuestra única esperanza parece ser elegir a los mejores en los puestos de poder.

La mentalidad cultural que elimina a Dios y eleva la política domina tanto los medios de comunicación como las interacciones casuales. También puede infectar los pensamientos y las acciones de los cristianos. La obsesión política es el agua en la que nadamos, y seríamos tontos si pensamos que no nos mojaremos.

La oración por los que sirven en el gobierno logra muchos bienes, pero una bendición importante es la salud de nuestros corazones

 

En un mundo obsesionado por la política, los cristianos deben elevar el orar por la política por encima de jugar a la política. La exhortación de Pablo al joven Timoteo es más pertinente que nunca: «Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad» (1 Ti 2:1-2).

La oración por los que sirven en el gobierno logra muchos bienes, pero una bendición importante es la salud de nuestros corazones. El acto de orar cambia al que ora. Disciplina la mente, orientándola hacia la verdad. La oración funciona como un baluarte contra la creciente ola de idolatría política al menos de estas cinco maneras.

1. En una cultura de cinismo, la oración promueve la gratitud.

Pablo ordena explícitamente a los cristianos que den gracias a Dios por sus líderes políticos. Practicar la gratitud intencionada ablandará nuestros corazones y contrarrestará la opinión baja que muchos de nosotros tenemos de aquellos que están en el gobierno.

Incluso cuando no estamos de acuerdo o cuestionamos la capacidad, el carácter y las convicciones de nuestros líderes políticos, podemos encontrar motivos de gratitud, aunque solo sea porque el líder está dispuesto a asumir un trabajo a menudo ingrato. Dios nos llama a amar a nuestros enemigos, y practicar la gratitud hacia los líderes políticos con los que no estamos de acuerdo nos ayudará a formar corazones cruciformes. Así como Dios nos amó cuando aún éramos pecadores, nosotros amamos a quienes consideramos equivocados o incluso malvados. (Para que no pensemos que un político no merece nuestra gratitud, recordemos que Pablo escribió estas palabras durante el reinado del malvado Nerón).

2. En una cultura de obsesión, la oración ordena las prioridades.

Para muchos hoy en día, la política ocupa demasiado de nuestro disco duro espiritual. Se ha convertido en una obsesión. Orar al Rey de reyes (a favor de nuestro presidente, senadores y otros funcionarios del gobierno) ayuda a reordenar nuestros corazones.

No debemos temer resultados políticos, porque nada ocurre fuera del control de Dios. Ninguna elección puede frustrar los fines que Dios se ha propuesto; el resultado de cada elección está en Sus manos capaces (Ro 13:1). No necesitamos obsesionarnos con lo meramente temporal, porque nuestros corazones están puestos en lo eterno. Las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia que Cristo edifica.

No debemos temer resultados políticos, porque nada ocurre fuera del control de Dios

 

Incluso en entornos políticos difíciles, los seguidores del Camino esperan, trabajan y tienen esperanza en la llegada de Su reino, del mismo modo que la iglesia perseguida nos ha modelado a lo largo de los siglos y los continentes. Cuando participamos en política (por ejemplo, votando, trabajando en una campaña, presentándonos a un cargo de elección popular), nuestro objetivo es hacerlo con nuestras prioridades correctamente ordenadas.

3. En una cultura de conflicto, la oración busca la conversión.

Hoy en día, muchos ven a sus oponentes políticos como enemigos literales. Algunos promueven activamente la perversidad, el mal y la injusticia. Sin embargo, como cristianos, sabemos quién es nuestro enemigo principal y cómo ha cegado y engañado a muchos (2 Co 4:4). Dios abrió nuestros ojos a pesar de nuestra manifiesta indignidad, por lo que anhelamos ver al mayor número posible de personas rescatadas de esa ceguera. Si Dios puede rescatar a un hombre como Pablo, enemigo asesino de la iglesia (1 Ti 1:15), Dios puede rescatar a un político. Oramos para que nuestros líderes no se conviertan en primer lugar a nuestro bando político, sino a Jesús.

4. En una cultura de maldad, la oración trae justicia.

No olvidemos nunca que Dios ordena la oración como un medio necesario para alcanzar los fines que Él desea. Lo que pedimos conforme a Su voluntad, Él infaliblemente lo hará realidad (1 Jn 5:14-15). Dios desea que los líderes promuevan la justicia en la tierra (1 Ti 2:2), así que oramos con confianza, sabiendo que Él escucha y responde. ¿Experimentaremos justicia perfecta antes de que el Rey de reyes establezca Su reino eterno aquí en la tierra? No, pero eso no significa que nuestras oraciones no marquen una verdadera diferencia en el mundo entre la primera venida de Cristo y Su regreso para establecer Su reino.

5. En una cultura de victimismo, la oración recuerda la victoria.

Os Guinness argumentó que «partes prominentes de la iglesia occidental actual, en busca de influencia pública, han abandonado la respuesta de Cristo a la injuria y han promovido descaradamente una estrategia secular contemporánea: la reparación a través de culpar o hacerse la víctima». En lugar de servir como una poderosa presencia profética en la esfera pública, actuamos como víctimas indefensas condenadas a la derrota; «para nuestra vergüenza», dice Guinness. Dios puede llamar a Su pueblo a sufrir a manos de un gobierno impío. Pero somos «más que vencedores» incluso en medio de la persecución (Ro 8:37).

Sabemos que Dios hará que los gobiernos opresores rindan cuentas por sus pecados

 

Sabemos que Dios hará que los gobiernos opresores rindan cuentas por sus pecados. Nuestra victoria futura es segura, y podemos desempeñar nuestro papel en el desarrollo de la historia de Dios con confianza y valentía porque sabemos cómo termina la historia. Nuestras responsabilidades actuales incluyen amar a nuestros enemigos, orar por quienes nos persiguen y mantenernos gozosos, esperanzados y fieles sin importar cual sea el régimen actual.

En estos días, parece que siempre es época de elecciones. Siempre estamos hablando de lo que acaba de ocurrir o de lo que se avecina políticamente. En medio de una cultura políticamente obsesionada, comprometámonos a orar por todos los que tienen autoridad, confiando en que a través de nuestras oraciones, Dios cambiará a nuestros líderes, a nuestro país y nuestros corazones.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Brandon Cooper (MDiv, Trinity Evangelical Divinity School) es pastor en Cityview Community Church en Elmhurst, Illinois. Es autor de A Word to the Wise: Lessons from Proverbs for Young Adults (Deep River Books, 2010). Brandon fundó Follow After Ministries para equipar a personas e iglesias para que hagan discípulos apasionadamente dedicados a seguir a Cristo. Él y su esposa, Amy, tienen cinco hijos.

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